miércoles, 21 de junio de 2017

Taller Literario nº22 Falcó, de Arturo Pérez-Reverte

En este mismo blog ya hemos analizado un trabajo de este escritor, de Arturo Pérez-Reverte. La idea, ahora que han pasado unos cuantos años desde su bombazo llamado El Capitán Alatriste (primer capítulo analizado aquí), es poder comparar si el estilo o “la maña” literaria ha cambiado o si seguimos estando en poder de sugerir mejoras o fluidez a su texto actual. Para ello, Falcó, su último trabajo a la hora de hacer este post, va a ser nuestra cobaya.

Vamos allá:



ANÁLISIS INFORMAL DE
FALCÓ



ORIGINAL: La mujer que iba a morir hablaba desde hacía diez minutos en el vagón de primera clase. Era la suya una conversación banal, intrascendente: la temporada en Biarritz, la última película de Clark Gable y Joan Crawford.

SUGERIDO: La mujer que iba a morir hablaba desde hacía diez minutos en el vagón de primera clase. Era(,) la suya(,) (la suya era) una conversación banal, intrascendente: la temporada en Biarritz y la última película de Clark Gable y Joan Crawford.

NOTA: La mujer que iba a morir… yo hubiera dejado entre bambalinas esta información para que este hecho fuese una sorpresa. En cuanto a las conversaciones banales de la mujer, creo firmemente que esta enumeración (de dos temas mencionados) deben ir mediados con una i griega, no con comas. Yo sólo pondría comas con tres temas de conversación, incluso sin renunciar a la i griega.

*  *  *

ORIGINAL: Tres vagones más adelante, la locomotora emitió un largo silbido, y el traqueteo de los bogies se intensificó cuando el expreso entró en una curva prolongada. Falcó miró el Patek Philippe en su muñeca izquierda. Faltaba un cuarto de hora para que el tren parase cinco minutos en la estación de Narbonne.

SUGERIDO: Tres vagones más adelante, la locomotora emitió un largo silbido (coma eliminada) y el traqueteo de los bogies se intensificó cuando el expreso entró en una curva prolongada. Falcó miró el Patek Philippe en su muñeca izquierda(;) faltaba un cuarto de hora para que el tren parase cinco minutos en la estación de Narbonne.


*  *  *


ORIGINAL: Sin responder, Falcó encendió el pitillo y siguió camino hasta el final del vagón. Al llegar a la plataforma se volvió a mirar atrás, y vio que el individuo ya no estaba en el pasillo. Fumó apoyado en la puerta del lavabo, inmóvil junto al fuelle que unía el vagón con el siguiente, escuchando el traqueteo ensordecedor de las ruedas en las vías. En Salamanca, el Almirante había insistido mucho en que no fuera él quien resolviera la parte táctica del asunto. No queremos quemarte, ni arriesgar nada si algo sale mal, fue el dictamen. La orden. Esa mujer viaja de París a Barcelona, sin escolta. Limítate a dar con ella e identificarla, y luego quítate de en medio. Paquito Araña se encargará de lo demás. Ya sabes. A su manera sutil. A él se le da bien esa clase de cosas.

SUGERIDO: Sin responder, Falcó encendió el pitillo y siguió camino hasta el final del vagón. Al llegar a la plataforma se volvió a mirar atrás (coma eliminada) y vio que el individuo ya no estaba en el pasillo. Fumó apoyado en la puerta del lavabo, inmóvil junto al fuelle que unía el vagón con el siguiente, escuchando el traqueteo ensordecedor de las ruedas en las vías. En Salamanca, el Almirante había insistido mucho en que no fuera él quien resolviera la parte táctica del asunto; no queremos quemarte, ni arriesgar nada si algo sale mal, fue el dictamen. La orden. Esa mujer viaja de París a Barcelona, sin escolta. Limítate a dar con ella e identificarla, y luego quítate de en medio. Paquito Araña se encargará de lo demás. Ya sabes. A su manera sutil. A él se le da bien esa clase de cosas.

Nota: es importante hacer diferencia entre la narración y las frases de personajes (pasadas, presentes o futuras) para no liar al lector. Aquí las hemos puesto en cursiva.


*  *  *


ORIGINAL: En cabeza del convoy, el jefe de estación balanceó el farol e hizo sonar un silbato. La locomotora dejó escapar un resoplido de vapor y se puso en marcha, arrastrando el tren. Para entonces Falcó ya entraba en el edificio, cruzaba el vestíbulo y salía a la calle, bajo el resplandor amarillento de las farolas que iluminaban un muro cubierto de carteles publicitarios y un automóvil Peugeot junto al bordillo un poco más allá de la parada de taxis, allí donde se suponía que debía estar. Se detuvo Falcó un momento, justo el tiempo necesario para que Araña lo alcanzase. No tuvo necesidad de volverse, pues le anunció la proximidad del otro su inconfundible olor a pomada capilar y agua de rosas.

SUGERIDO: En cabeza del convoy, el jefe de estación balanceó el farol e hizo sonar su  silbato. La locomotora dejó escapar un resoplido de vapor y se puso en marcha, arrastrando el tren. Para entonces Falcó ya entraba en el edificio, cruzaba el vestíbulo y salía a la calle, bajo el resplandor amarillento de las farolas que iluminaban un muro cubierto de carteles publicitarios y un automóvil Peugeot junto al bordillo un poco más allá de la parada de taxis, allí donde se suponía que debía estar. Falcó se detuvo un momento, justo el tiempo necesario para que Araña lo alcanzase; no tuvo necesidad de volverse, pues le anunció la proximidad del otro su inconfundible olor a pomada capilar y agua de rosas.
Nota: El jefe de estación toca su silbato porque no es un silbato ocasional. Es su silbato. Los jefes de estación suelen tocar el silbato reglamentario. Es algo natural y cotidiano de la época.

Nota: Todo este texto denota poca profundidad. Parece un guión de cine. Unimos la última frase para que el texto no quede tan monótono. ¿Qué carteles publicitarios? Ese auto… ¿estar ahí, por…? Aquí es donde hay que profundizar en los protocolos de actuación de estos ¿agentes secretos? y cuando hay que describir cuáles son las modas publicitarias del momento.

Nota: Falcó se detuvo un momento. Lo hemos invertido porque el texto no es tan romántico o literariamente profundo como para permitirse cambiar algunos órdenes, los que quedan más acordes a la línea general del trabajo si de dejan al estilo convencional.


*  *  *

ORIGINAL: …al, que solía ser divertida, simpática, aunque con un rictus de dureza cruel que podía enturbiarla de modo inquietante; como si su propietario estuviese en presencia continua de una broma tragicómica…

SUGERIDO: …al, que solía ser divertida, simpática, aunque con un rictus de dureza cruel que podía llegar a enturbiarla de modo inquietante; como si su propietario estuviese en presencia continua de una broma tragicómica…


*  *  *

ORIGINAL: A su espalda, al otro lado de la ventana, se alzaba la cúpula de la catedral de Salamanca más allá de las ramas, todavía desnudas, de los árboles de la plaza. Moviéndose en el contraluz, el jefe del SNIO —Servicio Nacional de Información y Operaciones— fue hasta el gran mapa de la península que ocupaba media pared, junto a unos estantes con la enciclopedia Espasa y un retrato del Caudillo.

SUGERIDO: A su espalda, al otro lado de la ventana, más allá de las ramas todavía desnudas de los árboles de la plaza, se alzaba la cúpula de la catedral de Salamanca. Moviéndose en el contraluz, el jefe del SNIO —Servicio Nacional de Información y Operaciones— fue hasta el gran mapa de La Península que ocupaba media pared, junto a unos estantes con la enciclopedia Espasa y un retrato del Caudillo.

Nota: más allá de las ramas todavía desnudas de los árboles de la plaza. Hemos cambiado todo esto de orden para ganar en fluidez.

Nota: Creo que, si estamos hablando de La Península, debe ir en mayúsculas. No es una península cualquiera, un accidente geográfico casual en el mapa. Es “un mote”.

Nota: Aquí, en este análisis, no es apreciable, pero de repente pasamos de entrar dentro del coche a estar en un despacho. El cambio es tan visto y no visto que nos da por pensar que desde el coche se ve la catedral de Salamanca, o que el jefe de Falcó estaba en la estación, esperando en el auto. Aquí hay que añadir algo para evitar esto, pero no se ha hecho. Es luego que nos damos cuenta de la “teleportación” en el tiempo y en el espacio.


*  *  *

ORIGINAL: Rió un poco el Almirante, oscuro y como para sí mismo, de su propia broma. Y es que a menudo, pensó Falcó, el humor de su jefe rondaba lo siniestro; y más desde que su único hijo, un joven alférez de navío, había sido asesinado a bordo del crucero Libertad con los otros oficiales, el 3 de agosto. Ese talante ácido y un punto macabro era su marca de la casa, incluso cuando mandaba a un agente del Grupo Lucero —operaciones especiales— a hacerse despellejar vivo en una checa, tras las líneas enemigas. Así tu viuda sabrá por fin dónde duermes, era capaz de decir, y otras bromas semejantes, que maldita la gracia tenían. Pero a esas alturas, con cuatro meses de guerra civil y una docena de agentes perdidos un poco por aquí y un poco por allá, aquel tono bronco y cínico se había convertido en estilo propio del servicio. Hasta las secretarias, los radioescuchas y los encriptadores lo imitaban. Además, le iba como un guante al jefe: gallego de Betanzos, flaco, menudo, con espeso pelo gris y un mostacho amarillento de nicotina que le cubría por completo el labio superior, el Almirante tenía la nariz grande, las cejas hirsutas y un ojo derecho —el izquierdo era de cristal— muy negro, severo y vivo, de extrema inteligencia, donde las palabras rojo o enemigo suscitaban siempre un tranquilo rencor. Descrito en corto, el responsable del núcleo duro del espionaje franquista era pequeño, listo, malhumorado y temible. En el cuartel general de Salamanca lo apodaban el Jabalí. Pero nunca en su cara.

SUGERIDO: Rió un poco el Almirante, oscuro y como para sí mismo, de su propia broma. Y es que(,) a menudo, pensó Falcó, el humor de su jefe rondaba lo siniestro; y más desde que su único hijo, un joven alférez de navío, había sido asesinado a bordo del crucero Libertad con los otros oficiales, el 3 de agosto. Ese talante ácido y un punto macabro era su marca de la casa, incluso cuando mandaba a un agente del Grupo Lucero —operaciones especiales— a hacerse despellejar vivo en una checa, tras las líneas enemigas. Así tu viuda sabrá por fin dónde duermes, era capaz de decir, así como otras bromas igual de ácidas, que maldita la gracia tenían. Pero(,) a esas alturas, con cuatro meses de guerra civil y una docena de agentes perdidos un poco por aquí y otro poco por allá, aquel tono bronco y cínico se había convertido en estilo propio del servicio. Hasta las secretarias, los radioescuchas y los encriptadores lo imitaban. Además, le iba como un guante al jefe: gallego de Betanzos, flaco, menudo, con espeso pelo gris y un mostacho amarillento de nicotina que le cubría por completo el labio superior. El Almirante tenía la nariz grande, las cejas hirsutas y un ojo derecho —el izquierdo era de cristal— muy negro, severo y vivo, de extrema inteligencia, donde las palabras rojo o enemigo suscitaban siempre un tranquilo rencor. Descrito en corto, el responsable del núcleo duro del espionaje franquista era pequeño, listo, malhumorado y temible. En el cuartel general de Salamanca lo apodaban El Jabalí(,) pero nunca en su cara.


*  *  *

ORIGINAL: Aunque su jefe estaba de pie, Falcó seguía sentado. Eran viejos conocidos desde los tiempos en que el Almirante, entonces capitán de navío y agregado naval en Estambul, había organizado los servicios de información para la República en el Mediterráneo Oriental, poniéndolos luego a disposición del bando franquista al estallar la contienda civil. Los dos se habían encontrado por primera vez en Estambul, mucho antes de la guerra; en torno a un asunto de tráfico de armas destinadas al IRA irlandés, del que en ese momento Falcó actuaba como intermediario.

SUGERIDO: Aunque su jefe estaba de pie, Falcó seguía sentado. Eran viejos conocidos desde los tiempos en que el Almirante, entonces capitán de navío y agregado naval en Estambul, había organizado los servicios de información para la República en el Mediterráneo Oriental, poniéndolos luego a disposición del bando franquista al estallar la contienda civil. Los dos se habían encontrado por primera vez la ciudad turca, mucho antes de la guerra y en torno a un asunto de tráfico de armas destinadas al IRA irlandés, del que en ese momento Falcó actuaba como intermediario.

Nota: Evitando nombrar de nuevo Estambul ganamos fluidez (aunque parezca mentira o un detalle superfluo) y encima detallamos, para los despistados, dónde se encuentra esa urbe. Eso es matar dos pájaros de un tiro.

Nota: Los detalles enciclopédicos de la época parecen metidos con calzador. Se nombran, están ahí, pero no vienen demasiado a cuento… o deberían usarse para algo que valga la pena, no para hacer bulto wikipédico. En mi opinión, la información histórica tiene una valía enorme a la hora de enriquecer una historia, pero también la pueden ridiculizar un poco si su aparición no tiene la suficiente profundidad. Esto se entenderá mejor si recordamos la comparativa de un personaje de esta novela con el actor americano George Raft… nombrado en la historia absolutamente para nada porque no nos aporta información alguna.


*  *  *

ORIGINAL: —Encontré algo para usted —dijo Falcó.
Mientras lo decía, sacó un sobre del bolsillo de la chaqueta y lo puso en la mesa, cerca del Almirante. Éste lo observaba, inquisitivo. El ojo de cristal era de un color ligeramente más claro que el auténtico, y eso daba a su mirada un extraño estrabismo bicolor que solía inquietar a sus interlocutores. Tras un instante, abrió el sobre y extrajo de él un sello de correos.

SUGERIDO: —Encontré algo para usted —dijo Falcó, mientras sacaba un sobre del bolsillo de la chaqueta para ponerlo sobre la mesa, al alcance del Almirante. Éste lo observó, inquisitivo. El ojo de cristal era de un color ligeramente más claro que el auténtico (coma eliminada) y eso daba a su mirada un extraño estrabismo bicolor que solía inquietar a sus interlocutores. Tras un instante, abrió el sobre y extrajo de él un sello de correos.


*  *  *


FIN DEL ANÁLISIS


Damos por bueno el trabajo realizado sobre la novela.

Lamentablemente, la calidad literaria sigue siendo inferior a la esperada. Este segundo post es un análisis “doble” de un mismo autor en dos épocas distintas de su carrera literaria (los inicios y la cúspide). En este caso, el tiempo transcurrido no ha cambiado las cosas.

Antes de entrar en materia, antes de “trabajar” a uno de nuestros pesos pesados en la literatura en español de la época actual, pensaba que este autor escribía con más profundidad (menos robótico y más mítico), o que el asunto histórico en que se movía a través de sus novelas encerraba un bagaje histórico muy superior. Sé que escribir sobre las guerras de Flandes o La República Española (El Caudillo, La Segunda Gran Guerra, etc) añaden peso literario y nivel cultural a lo escrito, pero, al cabo, sucede que el material se usa, de acuerdo, pero entre perdido y de pasada (de relleno), mientras que la literatura que lo apelmaza todo es simplemente formal. Siempre pensé que la consideración que tenía el autor de viejo dinosaurio (o vieja guardia) de la gran literatura de antaño la iba a ver reflejada en sus textos, que aprenderíamos mucho, muchísimo, leyendo su trabajo. Pero no.

Aquí ocurre, además, un caso extraño, y es que, la imagen de casi caballero medieval que transmite este autor, su talante inequívocamente intelectual, no cuadra con su forma de escribir. Su escritura le rejuvenece. Y no sé si, para los trasuntos de quienes ya andamos añitos, esto pueda parecer un cumplido… (supongo que no), pero me imaginé de él una literatura envidiable, un trasfondo histórico que dejase la boca abierta y nada que objetar… pero ahora veo que todo, de arriba abajo, es fruto de la expectativa de quienes nos dejamos arrastrar por las apariencias (sí, yo también). Sí, su cariz de crítico de todo (desde su columna periodística), sus alegaciones de que España no lee y cosas por el estilo habían forjado en mí una imagen suya de auténtico adalid de las letras, algo así como el último de los últimos alquimistas de la página en blanco.

Y es que este blog es así. Aquí nadie es nadie. Ni siquiera yo, que me suelo destripar en privado.

Aquí hablamos de literatura, del producto de las personas… pero no de las personas en sí. Nada, únicamente el texto, debe influir en cada análisis.

Volviendo al escrito, y abarcándolo por otro derrotero literario, la primera escena del libro debió ser proyectada para tener un impacto mayor. Leemos hasta el despacho esperando que pase algo, pero se desperdicia la oportunidad de escribir para el gran público (joder, la audiencia que tiene este autor) con un episodio plano, apenas formal y rutinario. Una oportunidad de oro perdida. Luego, en la siguiente escena (ya estamos en el despacho) el jefe de Spiderman (o de Superman) actúa de oficio con el protagonista de la historia, que ha entrado a escena por la puerta pequeña y actuando exactamente tal como estaba pronosticado y como, en el fondo, no querríamos leer.

Ojo, estamos hablando del texto analizado. ¡Son las primeras páginas, por dios! (¡Carlos, trata de arrancarlo!) Recuerden que, teóricamente, si no rompes moldes en las primeras páginas de tus escritos jamás vas a impresionar a un jurado de un premio literario, o el representante de tu vida y luego el editor a quien éste tiene alcance, pues, ¡te van a desestimar!

Claro que… si no te hace falta romper moldes porque ya tienes tu audiencia de incondicionales… si ya tienes curtida una gran red de contactos del mundo literario… si tu imagen pública escribe por ti… escribes “de tradición” y esperas en casa los royalties.

Y lamento escribir ahora esto, pero, leyendo Falcó, se me activó un chip en la cabeza (sobre todo en la escena del despacho) en la que correteaban por ahí Mortadelo y Filemón. Y no quiero ser tan malvado, pero soy fiel seguidor del blog de crítica literaria Regina Irae (http://reginairae.blogspot.co.uk/2016/10/falco-de-arturo-perez-reverte.htmlhttp://reginairae.blogspot.co.uk/2016/10/falco-de-arturo-perez-reverte.html) donde se confirman mis temores: la crítica, de una lectora que suelo dar mucho crédito, habla de situaciones predecibles, clichés y una superficialidad generalizada en toda la novela.

Menudo panorama.


Por último (y ya acabo), vuelvo a insistir en que el proceso literario no acaba cuando el libro sale al mercado. El “otro lado” de la literatura es el lector… y, una de las ramas actuales (de moda o de lo que quieras) de esa otra parte del proceso se hace en Blogs de aficionados a la literatura que, desde la sombra, después de hacer sus vidas normales, escriben. Y opinan. Opinan de otra manera distinta a la natural: el gran público, de alguna manera, “opina” comprando o dejando de comprar títulos (si puede)… y otros, como los blogueros al caso, opinamos con artimañas parecidas a esta página.

Por cierto, puedes leer el análisis de El Capitán Alatriste aquí.


PD: Pido disculpas por la extraña conversión de la letra fuente (aquí unas y allá otras), pero el Blogger se ha vuelto loco. Debe ser un castigo divino o algo así.

No hay comentarios: